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24 abr 2012

Planeta Roca IV

A la altura de Aranjuez se enciende la luz de la reserva. Hemos recorrido unos 70 kilómetros en escasa media hora volando por la R-4, donde según la información de Elías no había ni radares móviles ni presencia de Guardia Civil.

Al parar la moto y observarle, recuerdo el corte de su ceja, que había ido cayendo en el olvido a medida que me concentraba en la conducción. Su cara, tras el casco, está cubierta de sangre. Habría que curarte eso, le digo. "En lo que llenas el depósito me curaré yo mismo. Tengo un botiquín en el macuto."

De un bolsillo interno saca una maleta negra con una X blanca, una aguja, hilo, y un frasco de Betadine. Anda, usáis el mismo nombre que nosotros, le comento sorprendido. "Esto lo he comprado aquí. La macromina venida de la Roca se nos ha echado a perder y no hemos podido producir más durante el viaje. Había que guardar el yodo y el ireladio para los partos, primera prioridad estratégica."

La inmensa curiosidad me asalta de nuevo. A simple vista, con esa sangre roja, Elías parece completamente humano. Su especie, sin embargo, se intuye más desarrollada, con una tecnología más avanzada y una organización superior, pero con detalles tan paralelos a los nuestros que mi confusión va creciendo por momentos. Bueno, ya habrá tiempo de aclarar mis dudas, de saber.

Cuando estoy pagando la sopa, unos snacks mata-hambre y dos botellas de Aquarius, Elías aparece por las puertas mecánicas con un pequeño esparadrapo en la ceja, bastante recuperado a la vista. Luce una sudadera limpia de Malcom X y unos pantalones rojos de campana. A pesar de sus ojos caídos, su nariz aguileña y su boca con labios excesivamente gruesos, una amplia sonrisa reduce un tanto mis preocupaciones. "Cuando estemos con Elisa, tendrás tiempo de preguntarnos lo que quieras."

Elías da cuenta del Aquarius de un largo trago y rechaza los Doritos con amabilidad. Yo me meto un buen puñado en la boca, y con el glutamato pegado a mis muelas reanudamos la marcha.

Los kilómetros caen vertiginosos y mis pensamientos navegan entre dos orillas. Entre el anhelo de que la promiscuidad seleccionada haya actuado eficazmente, alejando a mi princesa Leia de cualquier parecido físico con su primo, y la extraña sensación de que Elías tiene la capacidad de leer mi mente...


Continuará

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