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23 abr 2012

Planeta Roca III



Mientras Elías alicata el baño de mi abuela (el cambio de alimentación le habrá producido ciertos desarreglos), yo me voy espabilando poco a poco. Dudo de la utilidad de mis respuestas y comienzo a pergeñar las preguntas que le voy a plantear cuando llegue el momento.

Un aparato que bien podría ser un Smartphone suena con una extraña melodía, arrancándome de mi ensimismamiento y a Elías de su evacuación. Sale precipitado del baño con los pantalones pitillo a medio subir, lo que le hace tropezar con el candelabro de plata situado a la derecha de la puerta del salón. Un escorzo cómico le envía de bruces contra el radiador mientras grita "alarma". Y yo pienso: vaya hostia.

Cariacontecido, ayudo a Elías a incorporarse y le alcanzo el Smartphone. Del baño sale un olor hediondo, como el de una mala resaca. Algo en mi interior me dice que en el planeta Roca los aparatos digestivos son muy parecidos a los nuestros. Entre la urgencia y el dolor, Elías acierta a balbucear unas palabras ante mi gesto: "la fiesta de despedida se nos fue de las manos. "Mucho Blue Goat mezclado con Bulzo".

Toquetea su pantalla táctil a un ritmo desenfrenado. Un fino hilillo de sangre le corre por la ceja derecha. "Tengo que irme" Cómo, pregunto entre sorprendido y decepcionado. "No te puedo contar demasiado. Una prima de nave ha mandado un mensaje de alarma, y por cercanía, me toca a mí ir a buscarla". ¿Dónde está? "A unos cientos de kilómetros" ¿Cómo irás? "Desde la nave me están buscando el medio más eficiente"

Sin pensarlo, le propongo algo: yo puedo llevarte, tengo la moto abajo. En poco tiempo podrás estar con tu prima.

Elías niega al instante, pero algo me dice que está sopesando la idea. "Rompe los protocolos, pero...la alarma era de segundo nivel. Vamos!"

Elías sigue tecleando en su Peer dorado. Coge su macuto del Megathlon, yo me meto un par de mudas y de camisetas en el mío y le tiro un casco a la carrera. Dónde vamos, pregunto. "A un pueblo llamado Obejo, en Sierra Morena".

Y mientras me pregunto cómo coño han elegido el destino de sus primos de nave, acelero mi Honda CBR por la M-30 con un alienígena de paquete. Con su sudadera de Jordan, el casco de Hello Kitty que le he prestado y una ceja que quizás necesite sutura, como nos pare la Guardia Civil vamos a tener problemas.

Pero sé que he nacido para esto, para ser un héroe. Su prima de nave aparece en mi enferma mente como mi princesa Leia (cuánto daño ha hecho Star Wars)...


Continuará

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