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21 abr 2012

Planeta Roca II

Elías tiene una voz cadenciosa. "Para sistematizar la información necesito respuestas concretas, directas y sinceras". Le escucho y le entiendo, recibo sus palabras con lucidez, en un agradable letargo.

"¿Temes que el mundo se acabe?" Más que el mundo, mi especie, y más que temer, lo imagino.

"¿Cómo crees que ocurrirá?" Fruto de una catástrofe natural, de una guerra, de una epidemia o de una evolución hacia otra especie.

"¿Cómo defines tu existencia?" Pequeña, en el pequeño lugar de este salón, en el egoísmo de creer que daría la vida por los míos. En la pequeña certeza del saber que no llegaré a esos extremos.

"¿A quién odias más?" A mucha gente y a nadie.

"¿A quién odias?" Al presidente, a un policía, al rey, a mi jefe, a los que son del bando ganador conscientemente, porque hacen caer a otros hacia al otro bando.

"¿Tenéis dos bandos?" Quizás. O quizás más.

"¿A qué bando perteneces?" Al ganador. Con amagos de perdedor, aunque no soy más que un falso esquirol.

"¿Cómo evitarías el fin de tu especie?" No creo que fuera capaz. Ni estoy seguro de querer evitarlo.

"Repito. ¿Cómo lo evitarías?" Quemando, asesinando, sacrificando mi existencia. O esperando en un rincón.

¿Serías capaz de sacrificar tu existencia?" No. Tengo algo que perder. Igual no es nada. Igual es demasiado. Tus primos recibirán datos contrarios.

Elías sigue tecleando por unos instantes. Con pausa, se quita el sombrero, recoge su péndulo verde y me arranca con voz suave, pero firme, de este extraño letargo:

"La nube vacía calla
y el niño mojado duerme,
el agua templada amansa
la roca desde su vientre.
Grita niño, grita fuerte,
que la nube ya descansa.
Solitario y desolado,
tus lágrimas traerán suerte."

Y tras unas décimas de agradable pérdida, Elías me pide permiso para ir al servicio.

Continuará

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