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27 oct 2009

Carta al Ser Humano

Te estoy hablando a ti. Preocupado por la nacionalidad de tu DNI o porque el del tinte no tenía el traje preparado.

Te hablo a ti, que te compunges cuando muere uno de tu ciudad, pero más si es de tu barrio. Que tienes más miedo cuando muere un blanco que un negro. Que ni cuentas ya la gente que muere en Iraq, o en Afganistán, o en Palestina.

Te hablo a ti, que vas a Luxemburgo a protestar porque han cortado tus subsidios por cabeza de ganado, o que te pintas de rojo y te encadenas a una plaza de toros.

Te hablo a ti, que entre bocado y bocado miras el telediario y cambias la tele porque hay un vientre hinchado lleno de moscas. Y a ti, que lanzas un “pobrecitos, me parte el corazón”. Y todavía más a ti, que te entristeces y empatizas por un segundo, y que después no haces nada.

Mira a tu alrededor y memoriza. Piensa en todo lo que tienes. ¿A cuántas cosas estarías dispuesto a renunciar? ¿No te has parado a pensar que quizás todo lo que tienes pueda estar conectado de alguna manera con la miseria de mucha gente? ¿Qué habiendo caído en este lado de la baldosa estabas condenando al del otro lado?

Supongo que al final da igual, que eres así. Con tus quejas y tus seres queridos. Ser humano, uno, individual, animal al fin y al cabo. Con instintos de conservación y supervivencia, con un arma capaz de esconderlos y de sistematizarlos en poder. Con un arma capaz de engañarse a si misma y pensar que eres un ser divino, inmortal y siempre redimible.

Te hablo a ti, que todos los días te levantas con miles de contradicciones, que te pasan a lo largo del día pequeños sentimientos de ira, de egoísmo, incluso de amor. A ti, que a veces dudas, que siempre eres impredecible. ¿Acaso pensabas que la suma de miles de millones de egos en un lugar tan finito podría convivir en paz? ¿Qué no habría una parte que sometería a la otra? ¿Qué no habría millones de partes que someterían a millones de partes?

Pues eso, que esto no podrá parar nunca. Solamente espero que si ocurre un cataclismo, que sea en el primer mundo. En el primer mundo de cada micro mundo. Que ya les toca a otros divertirse un rato. O aburrirse, que es el síntoma que mejor describe la saciedad.