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24 feb 2011

Con todos mis respetos

Indudablemente, gozamos de una libertad de expresión envidiada por casi todos. Y en estos días que corren sería una irresponsabilidad afirmar lo contrario. Pero a veces me pregunto si lo están haciendo tan bien que nos están engañando.

Define la RAE que libertad de expresión es la capacidad de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes y a las buenas costumbres. Vamos, que puedo decir y hacer lo que quiera hasta que cruzo una línea. ¿Pero cuál? Muy laxo lo de las buenas costumbres. Obviamente a todos nos surgen las palabras respeto y ley.

Claro está que podemos decir lo que queramos sin miedo a perder la libertad, porque cierta censura sigue existiendo. Y eso ya es mucho. Pero, ¿en algún momento decimos lo que queremos? ¿Solamente nos importan las represalias legales?

Con el desarrollo, en este país el término de "políticamente correcto" se ha ido ampliando de tal manera que si ahora Gallardón dice en unas fiestas de San Isidro lo que dijo Tierno (tenéis el vídeo en COSICAS), no es que dimitiera, es que tendría que salir del país. Si ahora en la 1 ponen un programa infantil con el contenido de la Bola de Cristal, se lía parda.

Lo que se dice en público se mesura con mucho cuidado. Y con esto de internet, una frase mal dicha en una red social, ¿verdad, Vigalondo? puede mandar tus huesos contra las mazmorras de tu profesión. Y si ya tienes la mala suerte de que te pillen tirando un gato a la basura, tienes a un velero de Greenpeace con veinte activistas remontando el Támesis para arrancarte la piel y ponérsela al gatito.

Lo curioso es que la censura no viene del exterior, sino de nosotros mismos. Siempre hace más ruido la corriente que censura algo que la que no lo hace. Y como cochinillos sociales que somos, solemos tender hacia la mayoría. Y como nosotros hemos censurado otras cosas, nos aplicamos la autocensura.

En muchas ocasiones, caemos en eufemismos o intentamos enrevesar el lenguaje para ser "políticamente correctos". No soy racista pero, ha muerto de una larga enfermedad, compañeros y compañeras*, era un oscuro, así, morenito...

Por otro lado, la entrada en la UE ha ido marcando una tendencia hacia la prohibición y la regulación que en España ha caído demasiado rápido para digerirlo. Y la ley cada vez es más paternalista. Parece que cuando podíamos madurar en el ejercicio de nuestras libertades, más en pañales somos tratados por los que nos gobiernan. Cada vez quedan menos cosas a la imaginación del propio entender. Lo que está bien y lo que está mal viene cada vez más marcado, y se enciende con un mecanismo simplificado. Es malo porque ha dicho esto o es malo porque ha hecho esto. Domesticados e infantilizados y con la toga de juez que nos da la naturaleza humana.

Y siento que desde "arriba", en un término que pretende englobar a todo aquél más poderoso que yo, cada vez se marcan más preceptos morales, y que esos preceptos son cada vez más hipócritas, interesados e intolerantes.

* He estado a punto de aplicar la autocensura de la que hablo y borrar este ejemplo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amen Mario