"El 24 de enero, Apple Computer presentará Macintosh, y verá por qué 1984 no será como "1984" (la novela)"
http://www.youtube.com/watch?v=R706isyDrqI
En un tiempo muerto del tercer cuarto de la Superbowl, Apple, estandarte del consumo cool de la última década, lanzó una agresiva campaña publicitaria que pretendía desbancar a IBM, que con su PC amenazaba su supervivencia. Este ataque al "orden establecido" es estudiado por algunos expertos en Marketing como el inicio de la era del rebelde consumista.
La famosa "diferenciación", que había hecho sus escarceos en forma de jinete de Marlboro o de bebedor de whisky, comenzó a globalizarse con la caída del muro y con Reagan y Thatcher abriendo paso al capitalismo desbocado.
Y desde entonces, en crecimiento exponencial, la publicidad que invade nuestro espacio cotidiano clava necesidades y clasismo en nuestros vulnerables cerebros. Tu vida será más fácil, más pulgadas, más caballos, más funciones. Y serás el que más folla con esta colonia, la más libre con este coche y la más admirada con este i-pod. Más listo que el vecino. Desaprenderás lo aprendido...serás rebelde porque no eres como los otros. Y, por supuesto, lo pagarás.
Últimamente, autores como Roberto Saviano o Naomi Klein han desglosado con espíritu crítico el chiringuito que tienen montado los gurús de la "alta costura" en talleres de chinos en el sur de Italia, las técnicas miserables de algunas marcas deportivas a pie de colegio o las fábricas deslocalizadas y las prácticas mafiosas de las marcas que nos venden excelencia.
Fácil caer en la demagogia. Ser parte de la sociedad es, hasta cierto punto, transigir con ella. El término medio entre vivir debajo de un puente y comer peces porque no tienen sentimientos (como cantaba Kurt Cobain en "Something in the way") y comprarte un cochazo de 60.000 pavos o un anillaco de 5.000 no es fácil, y la gran mayoría lo gestionamos como podemos.
Nuestro Pepito Grillo se sube en el hombro. Se viste de ángel con gorro ceñido de Calvin Klein, un Apple de última generación o una sudadera con un título subversivo que vale 20 talegos.
Si Orwell levantara la cabeza vería que su Gran Hermano ya no tiene razón de ser. Sus automatismos se autorregulan inexorables. Unos pocos manejan las cámaras y el resto nos movemos en arenas movedizas. O contentos con el género o ansiando escapar con pose de rebelde en el espejo. A veces ir más allá y ante congelación permitirse ciertas concesiones, haciendo malabares para respetar la huella ecológica. O drogarnos con lo fungible, que viste innumerables disfraces. Otros, que no están siquiera en el foco, rebuscan en nuestras basuras soñando con ser el triunfador de su manzana.
Todos intentando dar otro bocado al símbolo del pecado original.
Postdata del subconsciente: quiero ir a quemar la sede de Movistar por sus últimos anuncios.
2 comentarios:
Y pese a que vivimos en una sociedad cada vez más homogeneizada en pensamientos, sentimientos y deseos, ese Gran Hermano que no tendría por qué existir, existe. Esta sociedad está construida para que todos y cada uno de tus pasos estén bien reflejados. Solo con tu Cta. Bancaria (que es casi imprescindible para sobrevivir)podemos saber donde estás, donde vives, qué comes, donde lo compras, qué más consumes, dónde viajas... Esta Cta relacionada con tu teléfono (obligatoriamente nominal)nos dice además con quién hablas, cuándo y cuanto... ¿Estaba tan lejos Orwell?
Sí que existe. Lo que no sé es hasta que punto no somos nosotros mismos los que lo manejamos sin saberlo. Los que lo saben todo de nosotros a su vez también son trazados.
Gracias por el comentario, sr. o sra. Anónimo.
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