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31 mar 2011

Liberté, égalité et fraternité (II)

El 4 de octubre de 2002, Dominique de Villepin dijo ante el Senado francés: "La situación ha evolucionado de tal manera que han aparecido interrogantes sobre eventuales complicidades o apoyos externos".

La guerra civil en Costa de Marfil fue cruenta, con asesinatos casa por casa, violaciones masivas de mujeres, con dos bandos enfrentados, el norte y el oeste, musulmán, apoyado por Francia, y el sur, perteneciente a la etnia bété, que bajo una legitimación de sangre inició la llamada corriente "ivoirista", que defendía la pureza de los marfileños contra los invasores musulmanes y extranjeros.

El gobierno marfileño, con Gbagbo a la cabeza, lanzó fuertes ataques verbales contra la fuerza de interposición, originando ataques contra la población de origen extranjero, que representaba cerca de 25% de la población total del país. En septiembre de 2003 se firmó una tregua, que discurrió en un clima de enorme inestabilidad hasta que un año más tarde, nuevas escaramuzas rompieron el frágil acuerdo.

En noviembre de 2004, la aviación de Costa de Marfil atacó posiciones francesas, matando a 9 personas. La reacción del ejército francés no se hizo esperar, destruyendo la casi totalidad de la aviación militar de Costa de Marfil. Igualmente, tropas francesas fueron desplegadas en diversas regiones con el fin de garantizar la seguridad de instalaciones extranjeras.

Desde entonces, hasta hoy, cuando la prensa internacional se hace eco en sus páginas interiores de la supuesta caída de Gbagbo por tropas francesas, una frágil paz ha reinado en un país dividido, con el control de las "Nuevas Fuerzas" de Soro (primer ministro de Outtara) en el norte y de Gbagbo en el sur.

Según los observadores internacionales, las elecciones celebradas "en total libertad" en diciembre del pasado año otorgan las batuta del país a Outtara. Gbagbo no acepta los resultados y se vuelve a liar. De lo que no informa la prensa internacional es de la enorme diferencia entre los votos registrados a favor de Outtara en el norte con respecto al censo. No importa, el malo es Gbagbo y el bueno es Outtara.

Hoy, helicópteros franceses bombardean de nuevo su patio trasero, derrocando al tirano. Mañana se proclamará justicia, democracia e igualdad. Y seguramente, aunque ojalá me equivoque, el enconado conflicto no habrá terminado.






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